Víctor Romero Díaz

Villanueva, la tierra de tantos amaneceres, llenos de sol y luna y de paisajes exóticos, embelesados por su máxima estrella: el cerro pintao, que ha dado inspiración a tantos juglares de nuestra música inmarcesible, llamada Vallenata, como al maestro Rafael Escalona, al poeta de esta tierra Rosendo Romero Ospino y al señor del Acordeón y de los Grammy Latino Emilianito Zuleta Díaz, para no referirme si no a los más relevantes en este género; donde más ha sido prodiga la tierra bella es quizás sin lugar a equivocaciones en su gente: hombres y mujeres que han hecho brillar como el lucero vespertino y que ha parido a tantas leyendas, que debería estar escrita su historia en un libro lleno de prosa, lleno de poesía, lleno de iconos de su pasado glorioso y de su presente pujante.


El 29 de Diciembre del año 2007, se nos fue una de esas leyendas que hicieron historias en la Villanueva de antaño. Me estoy refiriendo a Víctor Manuel Romero Díaz, o Víctor Díaz Romero o como se le conocía en su tierra: Víctor “El Bombero”, apelativo cariñoso que se ganó gracias a uno de su artes: el tocar el “Bombo”, elemento musical que se utilizaba en las famosas “colitas”, con juglares de la talla de Antonio Amaya, Emiliano Zuleta, Escolástico Romero, entre otros y allí Víctor Romero se convirtió en un maestro de este elemento musical. Primero que lo ejecutaba con maestría, luego se convirtió en un técnico en el arreglo de los bombos, que fueron tan famosos en tantas décadas, donde Villanueva brilló con luz propia en la provincia de padilla. Víctor Manuel Romero, había nacido un 24 de diciembre de 1922, murió a los 85 años de edad, en la ciudad de Valledupar. Murió tranquilo y en paz con Dios.


Víctor Romero, fue un hombre laborioso, de esos tantos Villanueveros que a punta de lucha y esfuerzo sacan a su familia adelante, cuando la humildad y la pobreza los ha acompañado en el transcurrir de su vida. Víctor Romero fue uno de esos hombres luchadores, quien no solamente se ganaba la vida a punta de “colitas” y arreglando bombos, si no que se volvió un especialista en el sacrificio de cerdos y caprinos y de ahí que su casa era frecuentada por cientos de Villanueveros que acudían allí a diario, a buscar parte de la esencial canasta familiar. Víctor Manuel Romero hizo hogar con la matrona Matilde Flórez de Romero, de cuya unión nacieron sus hijos, todos luchadores y honestos como el patriarca de la familia: Víctor, Emilio y José Alberto ya fallecidos, Darío, Fabián, David, María Teresa, Delbis Leonor y Yomaira Romero Flórez o Díaz Flórez. Víctor Junior, se convirtió en la estampa de su padre, siguió los pasos de la música, pero tocando el acordeón y más tarde se convirtió en un excelente técnico en el arreglo de los mismos. Hoy representa con mucho orgullo para Villanueva en uno de los juglares de la música Vallenata y su hijo Víctor, es un consagrado acordeonero donde ya descolla de manera sobresaliente, habiendo salido airoso en muchas competencias musicales. La familia Romero se ha acentuado en el arte musical y se ha convertido en una dinastía de las tantas que tiene nuestro pueblo y como dice el refrán popular. Habrá Romeros para ratos.


Yomaira, es la otra hija del patriarca a quien la vida le ha sonreído y la ha premiado y vive actualmente en Miami, Estados Unidos. Pero ella no olvida a su Villanueva del alma y ha estado presente dándole gracias a Dios, porque la vida le ha dado un premio y como buena católica, ha contribuido al embellecimiento de la iglesia de su pueblo y no contenta con esto, cada fin de año viene llena de regalos para compartirlos con los más pobres y los más necesitados de su tierra natal. Ella no olvida de donde vino y hoy su corazón bueno le indica que las buenas obras hay que sembrarlas en su tierra y en su gente. ¡Qué bello ejemplo! Que debemos imitar a los que el mundo nos cambia la vida.


Villanueva siempre recordará con cariño, admiración a Víctor Manuel Romero Díaz, el hombre que siempre tenía una sonrisa a flor de piel y que jama se arrugó antes los embates del tiempo, si no que tomó el camino del bien y producto de ello, sembró en su hogar lo que él fue en vida: ética y buenas costumbres y sus hijos han recogido esa cosecha para bien de él, de su familia y de su Villanueva querida. Paz para siempre de este juglar que nos dio Dios y la vida en este pueblo maravilloso.


Hernán Baquero Bracho